- Deja el móvil lejos de donde vayas a leerle el cuento. Desconecta del mundo exterior y céntrate en tu hijo o hija.
- Consenso y diálogo para escoger el cuento y el lugar de casa donde lo vas a leer. Negocia y, con el paso del tiempo, haz todo lo posible para que leerle un cuento a tu hij@ se convierta en una pauta diaria.
- Esfuérzate por leer bien y pon los cinco sentidos en lo que estás haciendo. Marca la entonación de cada frase, ya estés afirmando, preguntando o exclamando. Respeta las pausas que nos señalan las comas y los puntos.
- Lee en voz más bien baja, sin música ni televisión de fondo. Es el momento para bajar revoluciones de los motores y que todo el mundo se relaje: tanto el que lee como el que escucha.
- Señala con tu dedo la palabra que estás leyendo, moviéndolo de forma simultánea a medida que vayas avanzando. Tu hij@ verá cómo estás descifrando el código de formas que a sus ojos no significan nada: descubrirá que la lectura es la dicción de lo que está escrito. Un descubrimiento maravilloso y con el que lo fliparán.
- Si cambias la voz para interpretar lo que dice un personaje, hazlo durante todo el cuento y con todos los personajes. Si no, tu hij@ se hará un lío y perderá el hilo.
- No pasa nada si te interrumpe. Y menos aún si te corta con alguna pregunta sobre el cuento que estás leyendo. Si siempre hay que ser paciente, leyéndole un cuento, aún más, pues esto de las interrupciones será lo más normal.
- Mira la cara de tu hij@. ¿Está entendiendo lo que le estás leyendo? Si crees que no es así, cuenta el cuento con otras palabras para ponérselo un poquito más fácil.
- Deja que pase la página cuando hayas acabado de leerla. En el mundo digital y de las pantallas, pasar la hoja de un libro puede resultar una experiencia más que placentera y extraordinaria para tus hij@s.
- Si no te gusta lo que lees porque el cuento contiene estereotipos que están pasados de rosca y no sean acordes con nuestro tiempo… IMPROVISA y cambia las cosas buscando valores como la igualdad de género, la diversidad o la corresponsabilidad en las tareas del hogar, entre otras muchas que pudieran surgir, sin quitarle al cuento la magia necesaria para que siga siendo un relato que enganche a tu oyente.